Híbridos de poesía y relato, los minicuentos son una tendencia cada vez más apreciada por autores y lectores. Como pasa también con cierta poesía, me viene a la mente el haiku, son de fácil práctica pero de complejo dominio, de tal modo que son muchos los que se lanzan a probar suerte con ellos pero, al final, son pocos los que consiguen un gran resultado. Si bien su publicación sigue siendo un trabajo arduo, existen algunas editoriales que dan cierto margen a estas pequeñas joyas, pero hay que decir que tampoco abundan. Este año se han publicado algunos libros a destacar y que suponen un regalo excelente para aquellos que gustan de verse sorprendidos.
Amargord es una de esas editoriales que prestan atención al minicuento y le han dado una colección propia: Cana negra. Este año hemos encontrado dos títulos a destacar:
Un escarabajo de siete patas rotas, de Santiago Eximeno. Cualquiera que haya mostrado interés por el microrelato y la tuiteratura debe conocer a Eximeno y su alter ego Cruciforme. Con el título entresacado de un poema de Neruda, el libro de Eximeno está cargado de tristeza y melancolía, alejado del humor negro y del chiste fácil. Un escarabajo de siete patas rotas habla del dolor personal, del paso del tiempo, de nuestra fragilidad, y lo hace con maestría.
Esa dulce sonrisa que te dejan los gusanos, de Alberto García Teresa. García Teresa se mueve más en el mundo de la poesía, está muy reciente su Abrazando vértebras, y se nota en su manera de escribir estos pequeños cuentos. Su ritmo, su manera de enseñar, de mostrar más que de golpear (como hace Eximeno) con sus relatos hacen de este libro, cargadísimo de humor negro, de memento mori, una obra intimista que nos invita a participar de su malsana inocencia.
Este año nos ha seducido la publicación de El libro de los pequeños milagros, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, publicado por Páginas de Espuma, otra de las editoriales que se arriesgan con antologías de relato. Este libro contiene un muestrario negrísimo de diminutos cuentos fantásticos y llenos de referentes, que banalizan, por así decirlo, nuestros miedos y nuestras esperanzas. No sé si es porque comparto muchos de los referentes de Muñoz Rengel, pero lo cierto es que me lo he pasado de fábula con sus cuentos.
Y por último, recién sacado del horno, Las otras criaturas, de Eugenio Mandrini, uno de los autores más veteranos dedicados al minicuento y que también es más conocido por su obra poética. Cuentos cortos y salvajes para aquellos dispuestos a dejarse atacar por ellos. Una joya (pequeña, eso sí). Gracias a Menoscuarto por otra excelente edición.
¿Y vosotros? ¿Os gusta leer minicuentos? ¿Y escribirlos? ¿Qué otros títulos interesantes conocéis para empezar el 2014? Os esperamos, como siempre, en los comentarios.