Últimos días en el Puesto del Este es el título de la novela con el que la periodista y escritora Cristina Fallarás ganó el XLII premio Ciudad de Barbastro de novela corta. Fallarás nos plantea un futuro cercano en el que el fundamentalismo religioso se ha hecho con el control mundial tras una dura guerra, una guerra de la que apenas quedan reductos de resistencia, siendo ese Puesto en el Este uno de los últimos refugios disponibles.
La protagonista es la mujer del denominado Capitán, el hombre que consigue con su presencia mantener el orden y la esperanza en el Puesto del Este, una mansión rodeada de enemigos que estaría a la merced de estos si quisieran atacar; prefieren mantenerse al asedio, y que sea el hambre y la desesperación los que terminen con ellos. La situación es desesperada, casi sin alimentos, sin noticias ni esperanza, pero la ausencia del Capitán va deteriorando aun más la situación.
La Rubia o la Polaca son nombres que recibe nuestra protagonista que repasa sus recuerdos, consciente de que cada día que pasa sin la presencia del Capitán la situación del puesto, su situación dentro él, es más precaria. Así, recorremos los años previos a través de su memoria sentimental, cuando el mundo estaba enfrentándose a numerosos cambios, en que ella estaba al lado de los hombres que veían hacia donde iba la situación, y en los que ella estaba más preocupada por el amor y el sexo. Y ese es uno de los puntos de la historia que más me ha llamado la atención. En la novela de Fallarás las mujeres son amantes o madres, pero no compañeras. Ella no intenta entender que pasa más allá de envoltorio de rubia promiscua, es la mujer del Capitán, la amante de Ernesto o la deseada por Gorostidi. Y la madre de sus hijos. Así mismo, las mujeres que están refugiadas en el Puesto de Este sólo aparecen como madres, mujeres celosas e injustas. Con mujeres así no es muy difícil comprender un triunfo del fundamentalismo.
Empecé la novela con muchas ganas y puedo decir que es una de las que más me ha defraudado en los últimos meses, quizás por las expectativas que me había creado.
En ningún momento consigo empatizar con la protagonista ni con su situación y, personalmente, si se está planteando una distopía en la que tras una guerra basada en quintacolumnistas el catolicismo más radical se hace con el poder mundial, me importa bastante poco con quién cardaba la Polaca y si le hacía caso o no. Es más, que se aparte la chica y me deje ver la historia.
Cristina Fallarás
Últimos días en el Puesto del Este