El pasado 1 de abril se cumplieron setenta años del fin de la Guerra Civil Española, conflicto que se desarrolló durante los años treinta del siglo XX y que, para muchos, fue un preludio de la Segunda Guerra Mundial que debía empezar en el verano de 1939.
La Guerra Civil de 1936-1939 es, sin lugar a dudas, la contienda bélica desarrollada en nuestro territorio que más ha influido en las Artes y las Letras españolas en toda la historia, sólo equiparable (aunque matizándolo) con el impacto que tuvo la Reconquista. Sin embargo, la trascendencia de ambos hechos históricos no es comparable: por ejemplo, las diferentes fases de la Reconquista no son consideradas habitualmente como un conflicto entre españoles, sino entre estos e invasores extranjeros. Así, aunque ha habido casos puntuales de loa de algunos líderes españoles de origen árabe, ya fueran políticos (como Abderramán III) o militares (como Almanzor), así como de científicos o poetas andalusíes, el Arte y la Literatura españolas no han estado divididos en bandos irreconciliables de los que han centrado su labor artística en torno a los conquistadores (o, más concretamente, sus ideologías) o a los conquistados; esta condición, que sí se da en los años posteriores a la Guerra Civil, no es gratuita.
La creación artística en torno a la Reconquista, pese a no haber conflicto de ideologías y valores, se mantuvo y cobró importancia en su momento, pero su trascendencia es más limitada porque la base histórica no se discutió y no hubo una lucha interna entre la clase “artística”. Aunque no sea obvio, no es menos cierto que, aparte de las siempre presentes luchas estilísticas, las luchas ideológicas hacen que autores de diversa índole (escritores, pintores, escultores) puedan realmente desarrollar todo su potencial. En este caso, la Reconquista no fue, para España, lo que la Reforma para el norte de Europa o la Contrarreforma para los países católicos. Así, el arte y la literatura españolas que han trascendido de aquellos siglos es fundamentalmente de carácter religioso, con pequeñas excepciones.
Tuvo que llegar el siglo XIX y el Romanticismo para que se reescribiera, por primera vez en muchos siglos, una historia a favor de la España musulmana, lo que motivó reinterpretaciones de la cultura española que ponían en su justo sitio la influencia que Al-Andalus ejerció en las posteriores Letras, Artes y Ciencias españolas bajo los Austria y aun los primeros Borbones.
La Guerra Civil Española de 1936 es diferente: se originó entre dos bandos bien diferenciados, fue corta en duración y larga en consecuencias. Tampoco hubo una asimilación cultural del vencido por parte del vencedor, sino una erradicación casi total de toda ideología y manifestación cultural que proviniera de los elementos afines a la República. Esto tuvo muchas consecuencias: en primer lugar, la huida a otros países de los más destacados literatos, artistas y científicos de ideología contraria al nuevo régimen, especialmente a América (México, Argentina) o a Francia. En segundo lugar, la implantación en el territorio español de una cultura (o, mejor dicho, de una manera de poder expresarse “culturalmente”) oficialista unida a unos instrumentos de control de la misma (autocensura, censura gubernamental, prohibición o semi-prohibición de algunas lenguas españolas, medidas legales para los que se extralimitaran, etc.). En tercero, y en respuesta a esto, surge un importante fenómeno, no reglado y de carácter casi personal, que trata de adecuar la expresión artística (una novela, una película, un puñado de poesías) a las normas pero sin someterse a ellas.
Para no extenderme, creo que sería interesante hablar de estos tres puntos, centrándome particularmente en la Literatura. Es decir:
–Literatura española en la Posguerra (tanto la “oficialista” como la que evitó la censura).
–Literatura española del exilio.
Considero más importante la influencia ideológica en los autores españoles tras la Guerra que la creación literaria en torno al conflicto. Las únicas obras referentes a la Guerra en sí misma de las que hablaré serán de autores extranjeros, lo que supondrá un tercer y último capítulo en esta mini-serie de artículos, el de la literatura extranjera y la Guerra Civil.